VALENCIA, 26 AGO. (AVAN).- La Pastoral Penitenciaria del Arzobispado de Valencia ha planteado, de cara al nuevo curso, el reto de “incorporar un nuevo voluntariado, rejuvenecido, comprometido y con conciencia de lo que es ser cristiano y lo que es el voluntariado de prisión, que se prolonga durante años, según los tiempos de condena”, ha señalado Víctor Aguado, director de Pastoral Penitenciaria.
Actualmente “hay alrededor de 80 voluntarios, pero la mayoría con un perfil veterano en los dos sentidos, porque llevan muchos años y por la edad que tienen, y por eso queremos darle un nuevo enfoque al voluntariado, con gente más joven, y me refiero a personas entre 40 y 50 años, que puedan dedicarle un par de horas a la semana a entrar en la prisión y comunicarse con los internos”, ha añadido.
Sobre todo “buscamos personas que estén muy concienciadas con la fe, con lo que es ser cristiano, porque sin eso este voluntariado no funciona ya que esta experiencia consiste en comprometerte con los presos y estar con ellos al cien por cien en el tiempo que les dedicas”, según el director de de Pastoral Penitenciaria.
Al respecto, Aguado ha explicado que en la Pastoral han tenido “muchos aspirantes, hacen sus cursos, pero son baldíos porque, finalmente, no hay continuidad, y a los dos o tres meses desaparecen bien porque encuentran trabajo y no tienen tanto tiempo libre bien porque esto no es lo que esperaban”.
Los voluntarios de Pastoral Penitenciaria “lo somos por vocación, por nuestra fe”, según Aguado, que ha añadido que cuando las circunstancias por la pandemia lo permitan, “queremos hacer un llamamiento mediante charlas de sensibilización, para explicar en qué consiste esta labor y formarles en el conocimiento de Jesús, la presencia de Dios entre ellos y talleres de escucha activa, para prepararles para su entrada en prisión y para que entiendan esta realidad”.
En la misma línea, los aspirantes a voluntarios “tienen que ser conscientes de que para los presos la del voluntario, muchas veces, es la única visita externa que reciben, y no solo para hacer talleres u otras actividades, sino para comunicarse, contar sus problemas y preocupaciones, por eso es tan importante el papel del voluntario”.
En agosto, también presentes en la prisión
Durante el mes de agosto “salvo cuatro o cinco personas, el resto del voluntariado no está operativo pero la Pastoral Penitenciaria sigue estando presente con los capellanes y unos pocos voluntarios, que hemos atendido a los internos en el centro penitenciario, cumpliendo todas las medidas establecidas”, ha matizado.
Durante los meses del confinamiento, con medidas muy restrictivas para la entrada en la prisión, “se habilitó un teléfono especial para hacer cada semana videoconferencias con los internos que lo pidieron, pero de cara a septiembre no sabemos si podremos volver a entrar y realizar talleres, con las medidas oportunas, o seguirán restringiendo el acceso para evitar riesgo de contagio”, ha comentado Aguado.
Por su lado, los pisos de acogida para mujeres y hombres en régimen de tercer grado gestionados por Pastoral Penitenciaria en Valencia “se cerraron con el confinamiento pero desde el final de la desescalada volvieron a su actividad con nuevas medidas, como distancias de seguridad y gel hidroalcohólico, entre otras, y también reducción de plazas de forma que sólo hay una persona en cada habitación, pero con su marcha habitual”.
Además, durante el confinamiento el Arzobispado costeó la compra de material para la confección de 3.000 mascarillas “que se repartieron entre los internos que no disponían de ellas”, según Aguado.
Las mascarillas se realizaron con las máquinas que usan las internas en el taller de costura que coordina la Pastoral Penitenciaria, taller que, al igual que otras actividades en grupos, siguen paralizadas, por el momento, para cumplir las medidas por la pandemia del Covid-19.
(Foto: Víctor Aguado. Archivo A. Sáiz)
