Debora Donnini – Ciudad del Vaticano
Una vida radicalmente cambiada por el encuentro con Jesucristo y gastada, entonces, en el anuncio del Evangelio. Nacido el 29 de febrero de 1940, José Agudo, de origen quinqui, vivía en una casita entre las chabolas de Palomeras Altas, en Madrid, junto a su mujer Rosario Cordero. Vendían baratijas en la calle. Aquí, en 1964, conocieron a Kiko Argüello, que se había ido a vivir a una chabola, entre los pobres, y rezaba con su guitarra y su Biblia. Poco a poco, a su alrededor se fue formando un grupo de personas que rezaban juntas.
La experiencia del encuentro con Jesucristo, que tiene poder sobre la vida, produjo un cambio profundo en José. Le enseñó que el amor puede transformar las relaciones. José y Rosario abandonaron entonces las chabolas y empezaron una nueva vida. Siempre estuvieron muy unidos a Kiko y Carmen, y fueron testigos del nacimiento del Camino Neocatecumenal, al que asistieron desde sus inicios en una parroquia del barrio de Argüelles.
En 1987, José y Rosario fueron enviados, junto a otras familias, por San Juan Pablo II, como familia misionera del Camino en los pueblos jóvenes de Perú, una zona muy difícil y pobre de la periferia de Lima. Allí ya tenían 13 hijos y adoptaron a dos niños. En pocos años han surgido varias comunidades formadas por personas atraídas por su testimonio. Pasado mañana tendrá lugar el funeral en la parroquia de Santa Catalina Labouré de Madrid