ANEM A BETLEM (Lc 2, 15)

Estimats germans:

Estem celebrant en estos dies les festes de Nadal. Per a mi, que acabe d’arribar a la diòcesi com a arquebisbe vostre, és una alegria poder dirigir-vos unes paraules de felicitació que vos animen a celebrar el naixement del Senyor amb esperit de fe. L’ambient que es respira en les nostres famílies i als nostres pobles i ciutats, la litúrgia de l’Església i les tradicions que s’han acumulat al llarg de tants segles convertixen estes festes en una celebració entranyable, però no caiguem en la temptació de quedar-nos en el superficial o de traslladar-nos a un món de fantasia.

En el relato del nacimiento del Señor que nos ofrece san Lucas sorprende la reacción de los pastores que, después de escuchar el anuncio de los ángeles, se dicen unos a otros: “vayamos a Belén” (Lc 2, 15). La celebración de la Navidad ha de ser para todos nosotros una invitación a ir a Belén para encontrarnos con el Señor. Los mismos ángeles indicaron a los pastores los signos que les ayudarían a reconocer a ese niño que es “el Salvador, el Mesías, el Señor” (Lc 2, 12): “encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2, 12).

Encontraréis a un niño. Cuando un niño acaba de nacer se experimenta la pequeñez del ser humano. El Salvador, el Mesías y Señor no se presenta en el mundo con aires de grandeza ni con pretensiones de superioridad. En la pequeñez de este niño ha aparecido la bondad de Dios y su amor al hombre. Ir a Belén significa buscar a Cristo, no en las grandezas humanas ni en las pretensiones de superioridad, sino en lo pequeño, en lo que se presenta muchas veces como humanamente insignificante. En el caso de Dios lo más grande aparece escondido en lo pequeño.

Es un niño envuelto en pañales. Necesita protegerse del frío y de las adversidades del mundo. El Mesías no entra en el mundo con prepotencia, ni con afán de dominio. Acepta la fragilidad de nuestra humanidad y se hace nuestro hermano. Ir a Belén significa buscar a Cristo en los frágiles y en quienes más sufren las consecuencias de la injusticia de nuestro mundo. Ellos son su rostro.

Está acostado en un pesebre. No nace en un palacio, sino en un establo. Se hace pobre con los más pobres; no se conforma en ser nuestro hermano, sino que quiere ser nuestro servidor. Cristo “siendo rico por vosotros se hizo pobre para enriqueceros con su pobreza” (2 Co 8, 9). En ese hacerse pobre nos muestra quienes son los primeros en su corazón.

Anar a Betlem significa vore a Crist en el xicotet, en el fràgil, en les pobreses humanes. Si el descobrim ací, la celebració del Nadal ens portarà a sentir la mateixa alegria que van sentir els pastors quan van veure al Xiquet. Esta alegria és la que vos desitge a tots vosaltres i a les vostres famílies.

Feliç i sant Nadal.

† Enrique Benavent Vidal, arquebisbe de València.

 

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