Carta del Cardenal Arzobispo de Valencia
11 de Febrero 2021
Un año más, el domingo 14 de este mes de febrero, nos llega la Campaña de “MANOS UNIDAS, CONTRA EL HAMBRE”, que trae como mensaje: CONTAGIA SOLIDARIDAD PARA ACABAR CON EL HAMBRE. SÍ necesitamos contagiar solidaridad, cuya raíz más honda y exigente es la caridad para acabar con la pandemia más universal y dura que es la del hambre, que sufren sobre todo los países pobres, los países donde se ceba esta plaga del hambre y que tiende a crecer y no a disminuir con el COVID.
Como sabéis, “Manos Unidas”, nace de las exigencias de la fe cristiana y de la caridad operante que expresa esa fe; quiere vivir y trabajar desde ella, apela a toda la sociedad para que compartamos de verdad, para que vivamos la verdad de nuestro ser de hombres que es el compartir y no cerrarnos a nuestros hermanos que pasan hambre, que sufren la miseria, que son víctimas del egoísmo insolidario, que viven la opresión de la injusticia infligida por sus propios hermanos que somos nosotros, el resto de los hombres.
Manos Unidas para estrechar lazos, manos abiertas para compartir, manos generosas para tenderlas en ayuda, manos trabajadoras para hacer fructificar la tierra que dé pan para todos. De que entendamos y vivamos esto dependerá la vida de millones y millones de hombres y mujeres de los países del hambre y el futuro de las generaciones venideras de los países desarrollados. Sin esto estamos abocados a la muerte y a la desesperanza.
Para ello necesitamos un cambio hondo en nuestras actitudes, una renovación moral, unas nuevas relaciones entre los hombres y los pueblos, unas formas nuevas de situarnos ante el mundo y sus recursos. Es necesario vivir de manera más sobria, sencillamente para que no mueran de hambre y de miseria tantísimos millones de seres humanos. Es imprescindible consumir menos para compartir más, no malgastar sino aprovechar, abandonar tanto egoísmo narcisista para entregarnos de verdad a los demás y edificar una ecología integral en nuestro mundo.
Necesitamos colaborar con nuestro trabajo, nuestras aportaciones y nuestros gestos solidarios con aquellas iniciativas, personas e instituciones, que sirven a los pueblos que padecen el hambre y la miseria. Estas iniciativas, como es la de “Manos Unidas”, están aplicando, y aun multiplicando, los recursos económicos que recaudan, y llevarlos a necesidades y programas concretos con resultados importantes en la lucha contra el hambre. Son programas encaminados a mejorar las condiciones de vida de las personas y a posibilitar procesos de autosuficiencia comunitaria. Las necesidades son tan grandes, que la ayuda actual es insuficiente. Si todos cooperásemos con generosidad, cuánto podríamos hacer en ese proyecto común de un solo mundo para todos. Por eso es preciso contagiar caridad y solidaridad inseparable de la caridad para acabar con el hambre. Es posible, y si es posible ¿a qué esperamos?
Colaboremos con nuestros medios económicos, con nuestras actitudes renovadas, con nuestro trabajo en la campaña de “Manos Unidas”. Creemos opinión de apoyo a “Manos Unidas” y a todo gesto solidario con la condición humana. Aprendamos a renunciar al consumismo, a la sociedad de la abundancia y del disfrute a toda costa, y al olvido del hambre y del dolor de tantísimos hermanos, que no es otra cosa que la herencia del mismo Caín y la pervivencia de la Babel egoísta que nunca será capaz de edificar una casa para todos, donde todos coman y se acabe el hambre.
Y oremos. Oremos sin cesar para que Dios nos convierta y cambie nuestro corazón endurecido en un corazón capaz de amar. Oremos al Señor para que nos volvamos a Cristo y levantemos sobre el cimiento de su cuerpo el mundo para todos. Contagiemos caridad y solidaridad. Sin la ayuda de Dios no podemos construir un mundo justo y solidario, una ciudad para todos, un gran techo común, un pan de multitud, un proyecto común, un solo mundo para todos. Y esta es nuestra obligación que nos pide el Señor: “Dadles vosotros de comer”.
+ Antonio, Card. Cañizares
Arzobispo de Valencia