ARCHIDIÓCESIS VALENCIA, 31 ENE.- La archidiócesis de Valencia se unirá este martes, 2 de febrero, a las celebraciones por la Jornada Mundial de la Vida Consagrada con una misa presidida por el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares.
La celebración de la eucaristía tendrá lugar a las 19 horas en la Catedral, ha indicado el religioso dominico y vicario episcopal para la Vida Consagrada del Arzobispado, Martín Gelabert.
La jornada, que se celebra siempre en el día de la fiesta de la Presentación del Señor en el templo lleva por lema “La vida consagrada parábola de fraternidad para un mundo herido”. Esta es la 25ª edición de esta jornada que fue instaurada por san Juan Pablo II en 1997 con el objetivo de alabar y dar gracias a Dios por el don de la vida consagrada y promover su conocimiento.
En la misa de la Catedral participarán representantes de los diferentes institutos de vida consagrada y de las sociedades de vida apostólica de la diócesis y renovarán sus compromisos religiosos y apostólicos. Actualmente, la diócesis de Valencia cuenta con cerca de tres mil religiosos y religiosas.
Durante la eucaristía se bendecirán las candelas que simbolizan la luz de Jesucristo para conmemorar también la fiesta de la Presentación del Señor en el templo. En esta ocasión, y dada la situación sanitaria a consecuencia de la pandemia, los religiosos deberán ir provistos de mascarillas y los bancos de la Catedral estarán preparados para guardar la distancia de seguridad.
El lema de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada para este año, hace presente “la urgente necesidad que tiene nuestro mundo de mostrar la fraternidad como un bálsamo en medio de tantas divisiones y de tanto dolor producido por las rupturas y las discordias”, indican los obispos en el material editado por la Conferencia Episcopal Española para las celebraciones de este día.
Igualmente subrayan que “la fraternidad es medicina para la soledad, la tristeza y para
cualquier sufrimiento”. Además, teniendo presente la pandemia en la que estamos inmersos, que “ha mostrado con toda su crudeza la vulnerabilidad del ser humano” y en la que “el dolor y la incertidumbre se han adueñado de muchos corazones”, el lema y la jornada quiere hacer hincapié en que “todos somos hermanos y todos estamos convocados a la ayuda mutua y al apoyo recíproco sin desentendernos de nadie”.
Artículo de Martín Gelabert con motivo de la Jornada
Por otro lado, el vicario episcopal para la Vida Consagrada del Arzobispado ha escrito un artículo con motivo de la Jornada. En ella asegura que “al instituir esta Jornada, Juan Pablo II indicó que los religiosos no sólo tenemos una historia que contar, sino, sobre todo, una gran historia que construir”.
“No se trata, pues, de celebrar las glorias del pasado, sino de sentirnos estimulados a construir un presente y un futuro de fraternidad hacia dentro y de servicio hacia fuera, todo ello sostenido por la oración, o sea, por la relación personal y comunitaria con el Dios del Amor, que nos llama a reproducir en nuestras comunidades su misterio de amor, por el que las tres divinas personas se aman en el íntimo misterio de la comunión trinitaria”, indica.
También aborda el lema de este año y explica que “se hace eco de la condición llagada del ser humano y de la creación entera y busca ofrecer un signo de contraste ante esta situación. ¿La vida consagrada es de verdad una parábola de fraternidad? ¿Se realiza en ella la llamada apremiante de Francisco en su última encíclica: todas y todos hermanos?”
“En nuestros días sentimos la herida del mundo en una epidemia que no cesa, pero también en otras epidemias, en tantos heridos por falta de pan, de techo, de calor humano; tantos heridos por adiciones, drogas, mal uso de la libertad”, afirma.
Asimismo, indica que “la parábola de la fraternidad tiene una doble dimensión, hacia adentro y hacia fuera y si nuestras comunidades no son lugares de fraternidad, de servicio mutuo, de perdón mutuo, de alegría compartida, de bienes compartidos, dejan de ser parábola, para convertirse en escándalo”.