LA ANUNCIACION

LA ANUNCIACIÓN

 

El Icono representa el momento en el
que el ángel Gabriel saluda a María
llamándola «Llena de gracia»
y le anuncia la concepción en ella
del Hijo de Dios
.

( Lc. 1,26-38 )

….María está a la escucha y está por pronunciar su “Fiat”.

Las manos abiertas y la actitud de todo el cuerpo indican su acogida y docilidad a la voluntad divina.

Dios para encarnarse ha querido que su madre lo engendrara libremente, con pleno conocimiento. La Virgen pronuncia, llena de humildad, su “Fiat” en nombre de todos: “He aqui la sierva del Señor; hágase en mi según tu palabra” (Lc. 1,38). En ella todos dicen: Si, ¡ven Señor!. Desde el inicio de su vida, María se consagró totalmente a Dios en la virginidad y en la oración. Por la integridad y castidad de su ser, la Virgen personaliza la santidad humana. Es llamada:”Toda Santa”, Panaghia.

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Las estrellas en la frente y en sus hombros indican su virginidad antes, durante y después del parto. María llega a ser el nuevo templo en el cual el verbo de Dios ha elegido establecerse.

Para los Padres de la Iglesia, Ella es lo más santo que había en el antiguo templo: el verdadero “Santo de los Santos. “Arca de la Nueva Alianza”.

La Virgen abre nuevamente las puertas del paraíso, que Eva había cerrado con su desobediencia. Ella es la mujer enemiga de la serpiente, en quien se cumplen las palabras del Génesis:” Enemistad pondré entre tí y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras tú su calcañar” (Gn. 3,15).

María que escucha, cree y concibe al Hijo de Dios, es imagen de todo cristiano. De hecho, la proclamación de la Buena Noticia es el momento de la concepción de Cristo en nosotros, porque el Espíritu Santo cubre con su sombra aquel que escucha y cree.

María, la nueva Eva, es también imagen de la Iglesia que, como madre amorosa, nos lleva en su seno hasta que Cristo sea formado en nosotros y sea dado a luz en las aguas del Bautismo. Esto hace decir a San Cipriano:” No puede tener a Dios por Padre, quien no tiene a la Iglesia como Madre”.

 

En la pintura, la Virgen está entronizada. Según el evangelio apócrifo de Santiago, María está en su casa cuando el ángel la visita. La tela roja sobre el techo indica, que la escena se desarrolla en el interior.

 

El arcángel Gabriel, anunciador por excelencia de los mensajes de la salvación de Dios, con la derecha bendice a la Virgen y con la izquierda tiene el bastón del mensajero. Su nombre significa “Potencia de Dios”.

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Dios desde el cielo manda el Espíritu Santo en forma de paloma, que desciende en un rayo de luz sobre María

Breve explicación del icono para ayudarnos a profundizar el Misterio

“Un Arcángel excelso fue enviado del cielo a decir «Dios te salve» a María. Contemplándote, oh Dios, hecho hombre por virtud de su angélico anuncio,
extasiado quedó ante la Virgen, y así le cantaba:
Salve, por ti resplandece la dicha; Salve, por ti se eclipsa la pena. Salve, levantas a Adán el caído; Salve, rescatas el llanto de Eva.
Salve, tú llevas en ti al que todo sostiene. Salve, lucero que el sol nos anuncia; Salve, regazo del Dios que se encarna. Salve, por ti la creación se renueva; Salve, por ti el Creador nace niño. Salve, ¡Virgen y esposa!
(Himno Akathistos, I, 1)

PREÁMBULO

La escena de la Anunciación se encuentra en el Evangelio de Lucas. El arcángel Gabriel se le apareció a la Virgen María y le trajo la buena noticia. María respondió al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? El ángel le respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios (cf. 1,26-38).

En la Anunciación es donde “ se ha realizado el misterio que sobrepasa todos los limites de la razón humana, la Encarnación de Dios” (Monje Gregorio).

El icono de la Anunciación se suele colocar ante la puerta bella del santuario entre los iconos de las grandes fiestas en el Iconostasio de los templos. Si leemos Ez. 44, 1-4, se comprenderá el sentido de ponerlo allí. Hace alusión a la virginidad de María y la gloria del Señor que es ella.

Pedro de Argos (+ después del 922) comenta en la homilía a la Presentación de la Virgen, 7: Es ella, la Virgen, la puerta que mira a Oriente que llevará en su seno a Aquel que avanza en Oriente sobre el cielo de los cielos y permanecerá inaccesible a nosotros”.
 El esquema es muy simple: el ángel da su anuncio a una joven muchacha que está hilando la púrpura de pie o sentada.
En algún caso tiene entre las manos un aguamanil y está junto a una fuente (esta variante es muy antigua) o lee con actitud devota.

EXPLICACIÓN DEL ICONO
Veamos los personajes y detallas más relevantes del icono y su rico contenido litúrgico-catequético.

LA VIRGEN
La Virgen en los iconos es representada joven, según el computo del monje Epifanio (siglo IX).
A menudo la cabeza de la Virgen está inclinada ligeramente para dar cumplimiento al salmo: “Escucha, hija, mira, presta tus oídos, olvida a tu pueblo y la casa de tu padre: al Rey le agrada tu belleza”  (Sal. 46, 11).

RAYO-ESPÍRITU
Desde lo alto un rayo viene a posarse sobre ella. Representa al Espíritu, a menudo en forma de paloma, pero no es un rayo de luz sino de sombra: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra”.

ESTRELLAS.
Sobre  el  manto  aparecen  tres  estrellas:  una  en  la  frente  y  dos  en       hombros.
Corresponden al gesto trinitario de la mano derecha del ángel.
Representan la señal de la santificación de la Trinidad, cual Madre de Dios. María permanece virgen antes, durante y después del parto, la única siempre Virgen en el Espíritu, en el alma y en el cuerpo. Es la única que puede llevar en su seno a aquel que cumplirá el shemá: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.»

SEDE DE MARIA
María esta sentada sobre un trono y sus pies se apoyan en un pedestal, porque ha sido colocada por encima de la naturaleza angelical.Calza zapatos de color púrpura, el mismo color del manto del ángel, del cojín y del velo que esta encima de los edificios. Este color rojo púrpura tiende a subrayar su carácter regio. Es la Madre del Emperador y Señor del universo.

Salve, derribas del trono al tirano enemigo; Salve, nos muestras a Cristo el Señor y el Amigo. (Himno Akathistos, 9).

EL HILO DE LA PÚRPURA
En este caso tras la simbología de colores se esconde el significado más importante: el misterio de la Encarnación.
La Virgen hila la púrpura. Teje místicamente la vestidura purpúrea del cuerpo del Salvador. Aquel que lleva en su interior es el Rey Dios y Hombre.
San Efrén de Siria (+ 373), en su Primer discurso sobre la Madre de Dios pone en boca del ángel estas bellísimas palabras: “ La fuerza del Altísimo habitará en ti y uno de los Tres morará en ti conforme a cuanto te he dicho. Del hilo por la trama de la tela que es tu corporeidad, El se tejerá una prenda y la llevará”. Hace referencia al cuerpo de Jesús formándose en María.
Según san Efrén, el Señor teje la nueva prenda para quitar al hombre y a la mujer las túnicas de piel con las que los había vestido al expulsarlos del Paraíso (Gen 3, 21). Hoy
María se ha hecho cielo y ha traído a Dios, porque en ella ha descendido la excelsa divinidad y ha hecho morada. La divinidad se hizo en ella pequeña para hacernos grandes, dado que por su naturaleza no es pequeña. En ella, la divinidad nos ha traído una prenda para alcanzar la salvación”.
Efrén de Siria, en su Segundo discurso sobre la Madre de Dios, expresa de forma admirable: “ El Señor ante el que tiemblan los ángeles, seres de fuego y espíritu, está en el pecho de la Virgen y lo ciñe acariciándolo como un niño… ¡¿Quién vio nunca que el fango se hiciera vestimenta del alfarero? ¿Quién ha visto al fuego envuelto a sí mismo en pañales?! .”
De la literatura apócrifa vienen varias referencias que se plasmaran en representaciones iconográficas. Entre ellas: hilar la púrpura. El relato de Lucas no habla de la púrpura, mencionada expresamente en la literatura apócrifa cuando se le encarga a María hilar con púrpura y carmesí un toldo para el Templo del Señor. Hilando recibe el anuncio de su maternidad.

MANTOS Y TÚNICAS. SÍMBOLOS DE COLORES
En este icono se combinan perfectamente en el Angel y la Virgen el color verde, azul, rojo, púrpura y oro, todos de gran simbolismo.
La Virgen lleva un manto (maforion) rojo – marrón bordado en oro y túnica verde– azulada. El ángel lleva la misma túnica pero manto púrpura. Ambos colores se repiten en las alas del ángel y los cojines donde esta sentada María.
El color rojo del manto virginal simboliza la sangre, el principio de la vida, belleza, juventud, amor. Es el color del Espíritu Santo, fuego. Es símbolo del sacrificio y del altruismo. Es de un rojo amarronado.
El color amarronado del manto de la Virgen indica la humildad, la tierra arada que se presta a recibir la semilla con la que fructificar. Así lo canta el Akathistos, 4:
«Aquel seno de Dios fecundado germinó como fértil arada
para todo el que busca la gracia…»
El manto del ángel es púrpura, de igual color es la lana que María hila y representa a Cristo tejiéndose en su seno. El color púrpura esta reservado a las más altas dignidades del mundo antiguo, al Emperador, y simboliza el más alto poder.
El oro simboliza la divinidad, por ello lleva un brazalete de oro en el brazo.
La vestidura púrpura es a la vez real y sacerdotal. En el Angel, Dios mismo actúa en María.
En algunos iconos el color de las ropas del ángel es blanco: el color que precede a la luz del alba, que anuncia el nacimiento, la vida. Tiene una banda azul en la manga y el azul que se difumina en el blanco da vivacidad a sus alas.
El azul es el color de la inmaterialidad y de la pureza, de algo que viene de un mundo superior, de un mundo espiritual.
Las túnicas de la Virgen y del Angel son verdes. El verde es complementario del rojo, como lo es el agua del fuego. Es el color del mundo vegetal, de la primavera y por tanto de la renovación. 
Verde y vida son dos palabras profundamente relacionadas.
Situado entre el azul (frío) y el rojo (caliente), el verde representa el equilibrio perfecto. Es símbolo de regeneración espiritual.
El azul simboliza el desapego a los valores de este mundo y el ascenso del alma que tiende hacia lo divino, que se encuentra con el blanco virginal.
El oro símbolo de la divinidad y la perfección ilumina toda la escena desde arriba, es la vida eterna que con Cristo Luz se hace presente en esta vida caduca.
El oro espiritualiza las figuras, liberándolas de toda limitación terrestre y toda la composición se llena de una bella armonía.

EL ÁNGEL
Para la simbología de los colores ver descripción más arriba.
Empuña con la mano izquierda un largo bastón, símbolo de autoridad y  dignidad
del individuo, del mensajero, del peregrino. Pues el ángel responde a estas características.
La mano derecha se extiende cual si quisiera poner el anuncio, señal visible de una palabra  que pasa  de un individuo a otro. Acompaña a la mirada  dirigida a María:
“ Un día la serpiente fue para Eva fuente de luto, y yo ahora te anuncio la gloria”
(Himno Akathistos).
Sus dedos se colocan a menudo, no en el típico gesto alocutorio, sino en el gesto  de la bendición bizantina y cargada de simbología.
Los tres dedos abiertos (índice, corazón y meñique) quieren recordar la Trinidad y que el Cristo es una de las tres personas divinas.
Los dos dedos replegados (pulgar y anular) quieren recordar que en Cristo subsisten dos naturalezas, la humana y la divina, pero generalmente en las representaciones de la Anunciación no están visibles, porque el misterio de la Encarnación aun debía comenzar.
A menudo la figura angélica emana una sensación de vitalidad, de movimiento, pero su rostro trasluce una expresión de perplejidad.
A veces hay dos ángeles en la misma escena. O mejor dicho dos representaciones del mismo ángel. La primera ocupa la parte izquierda representando la reflexión del ángel que
“Llegado a Nazaret ante la casa de José, se para perplejo pensando que el Altísimo quisiera descender entre los humildes y se decía: “ El cielo entero con su trono de fuego, no es suficiente para contener a mis Señor ¿Cómo podrá ser acogido por esta pobre joven? ¿Se haría visible en la tierra el Terrible desde ahí arriba?. Pero ciertamente será como Él quiere. Luego, ¿por qué me paro y no vuelo y le digo a la Virgen: Salve, Virgen y Esposa”.
(Romano el Meloda XI, 3).
VELO Y EDIFICIOS
La escena tiene lugar en el exterior  de unos edificios.
El velo púrpura que a veces cubre a la Virgen y que esta situado sobre los edificios, es una alusión al velo del templo y símbolo del velo del cuerpo del Salvador que estaba sobre ella antes de entrar en ella. Así lo expresa san Efrén el Sirio en su Primer discurso sobre la Madre de Dios.
El edificio, que esta detrás del ángel, hace referencia a los templos  paganos, incluido el de Jerusalén. La efigie representada en el medallón del tímpano mira en dirección contraria al misterio que se desarrolla en María.
Ninguna religión antigua puede comprender ni abarcar el misterio de la Encarnación, es algo nuevo.
Dios es distinto a todas las concepciones captadas por el hombre hasta ahora. Es Dios y Hombre, el Todopoderoso se despoja de todo poder. El Incorruptible se hace corrupción. Al que el universo entero no puede contener ni abarcar se esconde en el seno de una Virgen.
La razón humana nada puede entender, pasa desapercibido este gran misterio, hasta que sea manifestado y revelado por Cristo.

EL POZO
En algunos iconos de la Anunciación se sitúa delante de María, en otros aparece detrás del estrado donde esta sentada la Virgen.
El pozo es cuadrado, símbolo de la tierra, de lo creado en general y por tanto puesto en plano distinto respecto al ángel, señalando la superioridad de la naturaleza angélica.
El pozo esta situado aquí, para subrayar la disponibilidad de lo creado a recibir el agua de la vida: Cristo en María.
El pozo en culturas antiguas y en particular la hebrea, tiene atributos sagrados, pues realiza una síntesis de los tres ordenes cósmicos: cielo, tierra, infierno y de los tres elementos: agua, tierra, aire. Realiza una escala de salvación que une entre ellos los tres planos de lo creado.
En hebreo el pozo reviste también el significado de mujer y esposa.

LA JOVEN
En algunas representaciones, junto a los dos protagonistas, el Angel y la Virgen, aparece una joven. Puede ser una transposición iconográfica del anuncio a Ana, pues a veces parece asistir, sin ser vista, a la escena del anuncio como Judith cuando Ana recibe la noticia de la concepción.
Otras veces aparece hilando la púrpura con la Virgen, como dama de compañía de esta. (En este icono no aparece).

EL JARRON DE FLORES
En otras representaciones aparece un jarrón de flores. Puede tener diversos orígenes:
El más antiguo, por corresponder a la iconografía primitiva, sería el aguamanil que llevaba la Virgen al hombro camino de la fuente cuando recibió el saludo del ángel, que ahora es colocado en posición ornamental y transformado, por no saber el significado, en jarrón ornamental con flores.
O también la imagen del epíteto dado a María en el Himno del Akathistos “Flor de Incorruptibilidad” y difundido en Occidente por Bernardo de Claraval como “Lirio de castidad inviolada”.
Este motivo lo conservan muchas representaciones occidentales de la Anunciación.
Nuestro icono no lo lleva.

EL LIBRO
En algunos iconos de la Anunciación María es representada con un libro sagrado delante o entre sus manos. Esta tradición se debe sobre todo al Comentario del Evangelio de Lucas, de Orígenes, quien afirma, como es natural, que María meditaba constantemente la Escritura.
Esta misma idea la remarca el monje Epifanio en su libro el Discurso sobre la vida de la Santa Madre de Dios, 5: “…María se dedicaba intensamente al estudio de la Sagrada Escritura, trabajaba la lana, la seda…”
Cuando María aparece con un libro entre las manos o en el atril su significado teológico es: ella ha generado al Verbo, la Palabra, el Libro de nuestras almas.” ( Doxasticon. Himno de la víspera de la fiesta).

OTRAS  CONSIDERACIONES
La concepción virginal a través de la escucha
Romano el Meloda (siglo VI) narra poéticamente como la Virgen refirió a José el encuentro con el ángel. Entre otras cosas le hace decir a la Virgen:
“…Se presentó un ser alado y me entregó un regalo de bodas, perlas para mis orejas; puso sus palabras como pendientes (Prov. 25, 12)… Ese saludo, dicho a mis oídos, me hizo resplandecer, me hizo madre, sin haber perdido mi virginidad…”
(Romano el Meloda XII, 17).
La relación palabra–oído–concepción hunde sus raíces en antiquísimas civilizaciones. Para los sabios antiguos, la vida entra en nosotros a través de los oídos. «La fe viene por la predicación».
Los escritores cristianos siguieron esta manera de entender  la  concepción. Tertuliano (+ 220 – 230) en “La Carne de Cristo” menciona la concepción de Eva a través del oído poniéndola en analogía positiva con la de María, en un texto muy bello:
«Como la palabra del demonio, creadora de muerte, había entrado en Eva aún virgen,  de  modo  análogo  debía  entrar  en  una  virgen  el  Verbo   de     Dios, edificador de vida, para que lo que cayó en perdición fuese reconducido a la salvación por el mismo sexo; Eva había creído en la serpiente; María creyó en Gabriel: el pecado que Eva cometió creyendo, fue borrado por María creyendo también…».
La palabra del demonio se entiende como semilla de muerte. La palabra de Dios, Jesús, semilla de vida, fue plantada en María por las palabras del ángel.
San Efrén el Sirio (+ 373) comenta en el Diatessaron:
“La muerte hizo su entrada por el oído de Eva, por tanto la vida entró a través del oído de María”.
 El oído es pues considerado como símbolo de obediencia a la palabra y aceptación libre de la maternidad mesiánica.
Son muchos los escritores orientales y occidentales que han entendido la concepción virginal de esta forma:
Teodoro de Ancira (+ 446) … María la Profetisa, a través del oído concibió al Dios viviente: pues el paso físico de las palabras es el oído…” (Homilía IV sobre la Madre de Dios y Sermón, 2 PG 77).
Proclo de Constantinopla (+ 446) “El Emanuel abrió las puertas de la naturaleza como hombre, pero como Dios no rompió los sellos virginales, de esta forma salió del útero como por el oído había entrado; así fue alumbrado, como concebido; sin pasión  entró,  sin  corrupción salió.” (Homilía I sobre la Madre de Dios).
El Pseudo Atanasio (+ 599) “El ángel entonces se alejó, mientras ella concibió a través del oído” (Homilía contra Arrio sobre la Santa Virgen Madre de Dios). Atanasio el Antioqueño sigue con este argumento en su Homilía II sobre la Anunciación.
Sofronio de Jerusalén (+ 638) sigue el argumento de Atanasio con pocas diferencias en su Homilía sobre la Anunciación.
Andrés de Creta (+ 740) “Ella acogió en vez del semen, la voz de Gabriel y quedó en cinta” (Homilía por la Anunciación de la Santa madre de Dios).
Juan Damasceno (+ 749) “La concepción tuvo lugar a través del oído, mientras el nacimiento ocurrió por la salida usual… No era en efecto imposible salir por la puerta regular sin dañar los sellos de esta”  (Exposición de la Fe ortodoxa 14, PG 94, 1159).
Zenón de Verona (+ 380) “… el diablo, insinuándose en el oído con la seducción, había herido y destruido a Eva, Cristo también, a través del oído ha penetrado en María y naciendo de la Virgen ha eliminado todos los vicios del corazón…” (Tratado 1, 3, 19-20 PL 11, 352).
Anónimo (siglo. V): “Dios hablaba por boca del ángel y la Virgen se sentía impregnada  en los oídos” (Homilía sobre el Nacimiento 3, PL 39, 1987).
Fabio Fulgencio (siglo V); Bloso Emilio Draconcio (siglo V). Ambos insisten en la imagen “La concepción tiene lugar a través del casto oído… mediante la palabra fecundante… Dios entra en el seno virginal”.
Enodio (+ 521) “La Virgen viviendo sola, concibe al Hijo a través de la escucha… lo que la lengua profirió, se hace semen” (Carmen 2, 19).
Alcuino (+ 804) El Arcángel infundió la palabra en sus oídos y Dios unió íntimamente a sí los miembros humanos; la fe acogió aquel que la castidad engendró, mientras la antigua maldición fue destruida por la nueva bendición” (Libellus adversus haeresim Felicis, 6, 9 PL 101, 211 AB).
En el misal de Estrasburgo leemos: “Alégrate, Virgen Madre de Cristo, que has concebido a través del oído”.
 Y en el breviario maronita: “El Verbo del Padre entró en el oído de la Bienaventurada”

HISTORIA DE LA FIESTA LITÚRGICA
Los primeros testimonios de esta solemnidad litúrgica aparecen en la época del emperador Justiniano, siglo VI.
En la Iglesia antigua la fiesta de la Anunciación iba asociada inseparablemente a la Navidad.
Al aumentar la importancia de la Natividad del Señor, se formó un pequeño ciclo navideño y la Anunciación cobró más autonomía respecto al núcleo primitivo hasta constituirse en fiesta mariana autónoma.
El papa Sergio I (687 – 701), un italo – sirio oriundo de Sicilia introduce esta fiesta en la Iglesia romana. Para esta ocasión se celebraba una solemne procesión a Santa María la Mayor, basílica cuyos mosaicos estaban referidos a la divina maternidad de María, establecida por el Concilio de Efeso (431).
Desde el principio la fiesta se estableció el 25 de marzo, porque circulaba la opinión de que Jesús se había encarnado coincidiendo con el equinoccio de primavera, tiempo en el que
según las concepciones de la antigüedad, fue creado el mundo y el primer hombre. Esto lo comenta muy extensamente Anastasio Antioqueño (+599) en su Homilía sobre la Anunciación, 6- 7.
Ulteriores precisiones de naturaleza teológica son hechas por Máximo el Confesor (+662) en la Vida de María, 19.
En ambos resuena la concepción de Cristo segundo Adán y la recreación del mundo por parte de Dios en la Encarnación con vistas a la Resurrección, plenitud de todo lo creado.
Lo que mayormente llama la atención de esta fiesta es el sentido de alegría, alguna vez difusa, pero siempre profunda, que se nota en los himnos, oraciones y homilías.
Esto entró en conflicto con la austeridad de la Cuaresma, pero tanto en Oriente como en Occidente se decreto que se celebrará con toda solemnidad cayera cuando cayera.
La iglesia bizantina ha dotado a esta solemnidad de una prefiesta, el 24 de marzo, con un espléndido oficio y numerosos himnos entre los que cabe destacar por su belleza el Canon de los Maitines de Teófanes Graptos (+845), acérrimo defensor de los iconos en la época iconoclasta.

CONCLUSIÓN
Que la contemplación de este icono y la celebración de la fiesta de la Anunciación nos conceda, como María, acoger el Anuncio del ángel y que Cristo hecho hombre habite dentro de nosotros. Que su presencia salvadora se muestre en nuestras palabras, en nuestras acciones y en nuestros pensamientos cotidianos.

OREMOS
Señor, tú has querido que la Palabra se encarnase en el seno de la Virgen María; concédenos, en tu bondad, que cuantos confesamos a nuestro Redentor, como Dios y como hombre verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a él en su naturaleza divina.

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