Fue enviada en 2019, tras ejercer distintas responsabilidades durante 60 años en la congregación de Jesús-María, de la que fue Superiora general

Con 79 años y cargada de vitalidad, se siente “ciudadana y misionera del mundo” y está “muy agradecida a la diócesis de Valencia por todo lo recibido”
Solicita ayuda a la Fundación Ad Gentes del Arzobispado para instalar columnas solares en el patio de un colegio sin electricidad, en Filipinas

Mª Ángeles Aliño, en Valencia (Firma: I. Miñana)

Después de 60 años como religiosa en la congregación de Jesús-María, con distintas funciones y responsabilidades -fue Superiora general seis años y también provincial-, Mª Ángeles Aliño Pellicer, natural de la ciudad valenciana de Alzira, fue enviada a la misión en Filipinas en 2019, cuando tenía 77 años.

En su primer destino misionero, a 11.000 kilómetros de su tierra natal, se siente “muy feliz, ciudadana y misionera del mundo, y si tuviera que irme a otro país también me entregaría en alma, cuerpo y corazón”, asegura Aliño, con “raíces valencianas en el corazón: nací el día de la Virgen de los Desamparados y estudié en el colegio de Jesús-María de Fernando el Católico”.

En el marco de la Jornada Mundial de las Misiones DOMUND, Aliño destaca la importancia de “la oración en familia y en los colegios, ahí es donde nacen las vocaciones misioneras” y cree que lo primero es “enamorarse de Jesucristo, porque quieres seguirle y hacer lo que Él hizo: proclamar su buena noticia”, precisa la religiosa, que se encuentra en Valencia estos días.

Además, defiende que “para ser y sentirse misionero no es necesario irse a las misiones: los patronos de las misiones son san Francisco Javier, gran misionero, y santa Teresita del Niño Jesús, monja de clausura que se pasó toda su vida en el claustro rezando. Por tanto, no es sólo ir (que también hace falta): es necesario tener entusiasmo misionero para orar y dar a conocer a Jesús”.

AGRADECIDA A LA DIÓCESIS DE VALENCIA POR SU AYUDA

Tras cumplir su sueño de ser enviada como misionera ‘ad gentes’, en diciembre de 2019 llegó a Dávao, la ciudad más grande de la isla filipina de Mindanao, donde la congregación de Jesús-María tiene una comunidad fundada en 2006. Desde ese año, las religiosas han ido construyendo un colegio incorporando, año tras año, distintas etapas educativas.

Poco después de ‘aterrizar’ en la comunidad comenzó la pandemia “y quedaban muchas cosas por hacer”. Entonces solicitó ayuda a la Fundación Ad Gentes del Arzobispado de Valencia para instalar unas columnas solares “para iluminar las tres entradas al colegio que estaban completamente a oscuras”, explica. Y la ayuda llegó, por ello “me siento orgullosa como valenciana de poder ayudar a Filipinas gracias a esta fundación del Arzobispado valenciano”, señala. Y reitera: “soy muy eclesial y estoy muy agradecida a la diócesis de Valencia por todo lo recibido”.

Ahora, “pedimos de nuevo ayuda a la Fundación Ad Gentes para poder comprar otras dos columnas solares para poder iluminar el interior del colegio, la zona del campus donde juegan los alumnos, ya que el centro carece de dinero y no pueden permitirse pagarla”.

Aliño con las niñas y adolescentes del internado en Aklan (Filipinas)
AL FRENTE DE UNA NUEVA COMUNIDAD: TODA UNA “LOCURA PROFÉTICA Y EVANGÉLICA”

Tras su estancia en Dávao, la misionera valenciana emprendió otro reto el pasado mes de agosto: estar al frente, junto con otra religiosa, de la nueva comunidad de la congregación de Jesús-María en Aklan, provincia situada en el norte de la isla filipina de Panay.

Esta nueva fundación “es un milagro y una locura: somos sólo dos monjas, aún estamos en pandemia y no hay recursos económicos. Pero es una locura profética y evangélica, porque Jesús nos dijo ‘id a las gentes’ y el papa Francisco nos ha pedido salir a las periferias”, indica.

En Aklan “el Obispo y los Hermanos Monfortianos de San Gabriel nos propusieron abrir un internado para niñas de familias sin recursos que estudian en un instituto técnico, regido por ellos, donde dan clases desde la etapa de infantil hasta el instituto y también hay escuelas técnicas para chicos y chicas, de carpintería, locomoción y peluquería, entre otras”.

En el internado “acogemos actualmente a 10 chicas de familias muy humildes que viven lejos y que, de esta forma, tienen la oportunidad de seguir estudiando. Les proporcionamos uniforme, material escolar y matrícula, además de alojamiento y alimentos”, explica la misionera valenciana, que añade que “tanto las niñas como sus familias están felices y agradecidas, tanto es así que nos traen víveres: un saco de arroz, una rama de plátano o verduras”.

Además, “también formamos a postulantes de la zona que tienen inquietudes religiosas. En estos momentos hay dos, de 18 y 23 años, que viven con nosotras en la casa y reciben formación para poder ser religiosas”.

“Estamos muy contentas por esta labor porque nuestra fundadora, santa Claudina Thévenet (Lyon 1774-1837), también acogió a niñas huérfanas o sin recursos después de la Revolución Francesa educándolas para ser mujeres bien formadas humana, social y cristianamente. Ella nos pidió ser verdaderas madres de las niñas, del alma y del cuerpo, con preferencia por las pobres”, subraya.

UNA VOCACIÓN RELIGIOSA Y MISIONERA QUE NACIÓ EN EL COLEGIO DE VALENCIA

Nacida en Alzira, Mª Ángeles fue estudiante interna en el colegio Jesús-María de Fernando el Católico en Valencia “desde pequeña hasta Preuniversitario, una época de la que guardo muy buen recuerdo y donde recibí muy buena formación: lo que tengo de bueno lo recibí de la educación por parte de mi familia y en el colegio”.

A los 18 años entró a formar parte de la congregación, pasando por numerosos destinos y ejerciendo varias funciones: en Alicante, Valencia, Barcelona y Badalona. En octubre de 2007 fue elegida Superiora general, cargo que desempeñó en Roma durante seis años, en los que visitó los 28 países en los que las religiosas de Jesús-María están presentes, lo que le permitió conocer de cerca la realidad de la congregación en todas las comunidades fundadas en cuatro continentes.

Además, también fue nombrada en 2014 Superiora provincial de la Provincia de España. Después de finalizar sus responsabilidades en estos cargos fue enviada a Orihuela y País Vasco, y finalmente en 2019 a Filipinas, cumpliendo así su sueño de ser misionera ‘ad gentes’

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